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Baker

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Mi ciudad se ve diferente en estos días

Es martes, alrededor de las 10:30 de la mañana, estoy conduciendo a mi casa y veo a esta pareja de ancianos tomándose de la mano y caminando por la vereda. Así como el sol apareció un poco entre las nubes, probablemente quisieron tomarse un descanso de la lluvia que ha sido sorprendente en estos días. Vivo en Los Ángeles, nos encanta cuando llueve por aquí. No es lo normal. Veo también a un padre  tomando de la mano a su pequeño, paseando al perro, ambos muy bien cubiertos con ropa de invierno. Caminan lentamente y el perro parece feliz.  Veo muchos corredores, tratando de mantenerse al día con hábitos saludables, para morigerar de alguna manera esta cuarentena a la que estamos obligados.

Veo una larga cola de gente, esperando para entrar en la esquina del mercado. Ahora tenemos que ser más reflexivos sobre el espacio común que compartimos. Los coches andan eficientemente por las calles que están casi vacías. Usualmente las calles de LA se asemejan más a un estacionamiento lleno de automóviles, más que a una calle. Qué paradoja. Mi ciudad se ve diferente en estos días.

Mi amor Debbie Wacks me comentó la semana pasada, que la gripe es vista como la necesidad urgente de parar. Ella es una maestra de Reiki, que estudió y adhiere a esta noción, de que las enfermedades son mensajes para entender lo que hay que volver a equilibrar. No sólo físicamente, sino emocional e intelectualmente. Cuando nos sentimos abrumados y agotados, entonces nos engripamos para darnos un descanso y volver a la normalidad. Hay una parte de mí que sabe que esto es cierto, hay una parte de mí que se resiste a aceptar, y quiere más datos científicos que lo prueben.

Pero de todos modos que gran metáfora, ¿no? El planeta se detuvo por una gripe.

Y existe este sentimiento dentro mío, esta urgencia imperiosa de conectar con vos en este momento aterrador, de sostenerte con los brazos abiertos y el corazón abierto, de ofrecerte palabras sabias y de apoyo. Para estrecharte las manos y darte un profundo abrazo, aunque no se supone que hagamos esto en absoluto.

Lo siento, no creo que hoy tenga palabras sabias. Y es porque no creo tener la respuesta correcta, no creo tener certezas en estos días. Escuché a través de los medios de comunicación, esta hermosa lectura sobre la pandemia “¿qué pasaría si…..?” El escrito habla de esta situación, como algo transformador para el mundo. También escucho desde el otro lado de la mira sólo catástrofe y pánico.

Me encontré en el mercado caminando entre estantes vacíos, muy serio, casi no mirando a los otros, recogiendo algunos comestibles que necesito.

Y luego pensé, ¿qué hay de mi sonrisa? ¿A dónde se fue?       

Soy yogui, pero aunque esta mañana lo hice, hoy no quiero meditar. Y aunque lo hice esta mañana, hoy no quiero practicar yoga. Lo que quiero es estar contigo, sonreír, celebrar la vida, tomarnos de la mano, disfrutar de nuestro día, porque está más claro que nunca que somos uno. Está más claro que nunca que estamos conectados a través de estos hilos, que forman el tejido de la vida en nuestra madre tierra.

Lo siento, no creo que hoy tenga palabras sabias. Porque no estoy seguro de qué se trata esto. No creo tener certezas. Pero puedo decir que mi ciudad se ve diferente en estos días. Y también puedo decir que esa pareja de ancianos que hoy vi caminando tomados de la mano, se ama profundamente, y que ese niño se sintió muy protegido por su papá sosteniendo de su mano. Y puedo decir que esos corredores que también vi por la mañana, de seguro se sintieron liberados  al regresar a casa. Y también puedo decir que existe este sentimiento dentro mío, este impulso imperioso de conectar con vos, en este momento y tomarte de la mano. Oh si, mi ciudad se ve diferente en estos días.

                                                                       

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